Hay casas que gastan más calefacción y otras que gastan menos. Eso lo sabemos todos. Pero lo que igual no sabias es que existe una etiqueta para saber de antemano el gasto anual aproximado: se trata del certificado energético. Se valora desde la A hasta la G, siendo A la mejor nota y G la peor. La etiqueta energética es doble: por un lado mide el consumo de energía y por otro las emisiones que genera a la atmósfera. A veces estas dos calificaciones coinciden en la letra, pero en otros casos pueden ser diferentes. Eso sí, es importante saber que la calificación energética se otorga al edificio en su conjunto, no a la vivienda particular de cada cual. Para calcularla, se miden dos tipos de elementos:
- La envolvente del edificio, es decir, cómo está construido: sus muros, huecos, puertas, ventanas, lucernarios… También se tiene en cuenta el total de metros cuadrados (el volumen) que hay que calefactar en el interior del edificio.
- Las instalaciones de generación de energía, principalmente calderas o sistemas destinados a generar calefacción, agua caliente y aire acondicionado.
A partir de ahí, se establece una nota. ¿Qué significa cada una de ellas? Lo analizamos:
Calificación energética F ó G: hay que actuar
Son las certificaciones más bajas y el edificio necesitará intervenciones urgentes. Una vivienda de unos 100 m2 en un edificio con calificación energética G paga unos 2000 euros al año en energía (calefacción, agua caliente y aire acondicionado) y un con calificación energética F unos 1500 €. Son cifras que pocos bolsillos pueden permitirse. Reducir esa cifra es posible con dos medidas relativamente sencillas y asequibles: cambiando las ventanas y sustituyendo la caldera. Las ventanas de doble luna de vidrio y rotura de puente térmico retienen mejor el calor; las calderas de condensación por su lado son mucho más eficientes y consumen menos energía a la hora de calentar el agua que necesita la vivienda.
Calificación energética E ó D: un pequeño paso para el ahorro definitivo
La calificación energética E es la más común en España. El edificio logra un aprobado en cuanto a eficiencia energética, pero está en disposición de dar un salto cualitativo hasta la etiqueta D, que supone reducir el gasto energético a la mitad. Para obtenerla, a las medidas anteriores habría que añadir el aislamiento de fachada, suelos, tejados y puentes térmicos.
Calificación energética A, B ó C: gasto energético muy reducido
Cuando un edificio tiene uno de estos niveles de certificación, su consumo de energía se sitúa por debajo de los 500 euros anuales. Obtener una de estas certificaciones implica normalmente una rehabilitación integral del edificio. Para ello, además de cumplir con los anteriores requerimientos, se valora el uso de iluminación LED en el hogar, la utilización de energías renovables como la geotérmica, la solar o la térmica; la ventilación controlada de doble flujo con recuperación de calor y el uso de materiales muy eficientes en la construcción.